El Fruto de la Armonía Espiritual
Las enseñanzas divinas nos dicen que el ser humano está compuesto por tres partes: la carne, el espíritu y la consciencia. Constantemente estas naturalezas chocan entre sí, provocando que se pierda la armonía en nuestra existencia. En “El Libro de la Vida Verdadera”, la hermana América Gonzales y Ángel Fuentes nos enseñan sobre cómo podemos alcanzar el fruto de la armonía espiritual.
La armonía espiritual se refiere a un equilibrio entre las naturalezas del hombre; donde la carne se refiere a nuestro cuerpo terrenal y todas las ataduras a este mundo; el espíritu rige sobre la luz, la inteligencia, amor y sabiduría, y por último que la consciencia es nuestra conexión a la divinidad. Ya que nosotros somos seres físicos y terrenales, usualmente permitimos que la carne gobierne sobre los demás, impidiendo que nuestro espíritu crezca. El libro del tercer testamento nos enseña que estas naturalezas no siempre deben de luchar entre sí.
Alcanzar el equilibrio se da al tener sensibilidad espiritual. Esto se refiere a nuestra capacidad de reconocer que estamos hechos de algo más que la carne, permitiéndonos así estar en contacto con nuestra espiritualidad. Para lograrlo, primero debemos recordar que Dios nos otorgó la misión de brindar amor a nuestro prójimo y a aquel que esté sufriendo. Con esto en mente, podremos dar el primer paso hacia esta sensibilidad elevada. Mediante la caridad, el amor y el servicio puro y desinteresado hacia los demás, podemos cumplir la encomienda de Dios. Con esta evolución del alma, se pueden alcanzar cosas más grandes.
También se nos dice que el balance de estas naturalezas se puede lograr al luchar contra las ataduras e influencias materiales de este mundo. Silenciando estas cosas, nuestro espíritu se puede volver sensible hacia las vibraciones, inspiraciones y mensajes del mundo espiritual, permitiéndonos obtener el conocimiento de la verdad. Asimismo, mediante la meditación, estudio e investigación de las escrituras, podremos obtener la certeza de que todas las enseñanzas son ciertas. No solo eso, sino que nos permitirá tener la llave de instruir a los demás con humildad sobre las revelaciones de Dios; este es el tercer paso.
Al haber cultivado estas virtudes y guiado a los perdidos en el espíritu hacia el camino de la verdad, podremos enfocarnos en prepáranos a dejar nuestro cuerpo y posesiones terrenales. El aprender a separar estos aspectos puede ser complicado, pero no imposible. El libro del tercer testamento nos dice que es posible encontrar armonía entre lo espiritual y lo material; nos hace recordar que si estamos preparados en el espíritu, no tendremos miedo a las cosas que ocurran en este mundo, ya que su promesa de una tierra prometida y riquezas espirituales son verdaderas. Debemos aprender a darle a Dios lo que es de Dios, y al mundo lo que le corresponde.
Siempre recordemos que el alcanzar el fruto de la armonía espiritual no es una receta precisa, ya que todos somos únicos con vidas diferentes. Lo que no cambia son las recompensas que recibiremos en esta vida y en la siguiente. El equilibrio entre nuestros componentes divinos es necesario para cosechar las virtudes que cultivamos en este mundo, permitiéndonos ser mejores seres humanos y gozar de nuestras riquezas espirituales en la tierra. Vivir de forma espiritual en este mundo no significa alejarse completamente de la carne que aloja nuestra alma y consciencia; es el hecho de recordar que nuestra misión terrenal es mostrar el amor de Dios a los demás.
-Diego Emilio Ruiz