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Relaciones Sanas ¿Cómo lograrlas?

El amor que proponemos se construye entre seres enteros encontrándose, no entre dos mitades que se necesitan para sentirse completos

Bucay y Salinas, 2000, p. 246

Hoy en día, en el amor (todo tipo de amor, en todo tipo de relaciones) lo contrario de sano, es tóxico. Anteriormente el único contrario del adjetivo sano era enfermo. He pensado que es necesario el discernimiento no de lo sano con ambos adjetivos negativos, sino en qué punto se diferencian lo enfermo de lo tóxico ¿serán lo mismo? ¿habrá una parte enferma en las relaciones o solo importa diferenciarla de las tóxicas?

Se supone que a lo tóxico uno no debería acercarse, el problema es que a veces no sabemos que algo es tóxico hasta que se desatan los resultados. No sucede con la enfermedad, quiero creer.

Estar sanos es un estado que damos más por hecho, extrañamente alguien te pregunta ¿cómo sabes que estás saludable?, lo más común es ¿cómo sabes que estás enfermo? Y uno se pone a expresar los malestares, las sensaciones, las citas al médico, los tratamientos, la recuperación. 

Lo que intento decir es que con la enfermedad se puede trabajar, a veces existirán días en que puedes ignorarla y a veces nos pedirá tiempo de atención,a veces hay cura y a veces no, en este caso lo que sigue es la aceptación, nada fácil resta decir. Con el tiempo he aprendido que las partes enfermas requieren trabajo. Sucede lo mismo en las relaciones, no podemos evitar que exista un resfriado en la relación, pero actuamos (de diferentes maneras) ante la conciencia de la enfermedad.

Las relaciones interpersonales no nacen, se construyen, se trabajan, se cuidan y se nutren. La cuestión es que no podemos evitarnos las caídas, ni las enfermedades, ni las fallas, ni los conflictos. Con esto asevero que no está mal estar enfermos, nos da algo en lo que trabajar, algo en lo que crecer.

Lo siguiente es cómo trabajamos en la creación de lo sano, siguiendo con las metáforas esto es algo así como cuidar nuestros hábitos alimentarios, beber mucha agua y hacer ejercicio. Solo que de manera más interna.

 

Empecemos por uno mismo

Los tiempos de pandemia sirven de ejemplo. Cuando uno enferma, lo que procede es el distanciamiento, cuando no sucede así, se crea una cadena de contagios nada favorable porque se pierde el control de tratamiento, y ya sabemos cuál es el final.

Pues en las relaciones interpersonales es lo mismo, requieres estar sana para crear otras relaciones sanas o al menos para no crear relaciones en un principio enfermas y en última instancia tóxicas. Parece cliché, pero es verdad que el amor propio es el primer eslabón de laconstrucción de otras relaciones desde el amor.

Lo que hay que tener cuenta del amor propio es que igual requiere de un desarrollo diario y que cada persona recorre un camino distinto para lograrlo.Podría enumerar una lista de acciones que han llevado a las personas a amarse, pero no es un recetario de un inicio y un resultado, el cocinero no es el mismo, tú eliges los ingredientes, el proceso y si el resultado te gusta o no, también es válido,puesto que construir algo no niega la posibilidad de reconstruirlo.

 

Deconstruir la expectativa de perfección

Este punto es igual de arduo como el anterior. Por lo regular en la destrucción de esas expectativas radica el mismo amor propio y el amor que podemos brindar hacia nuestras relaciones.

En el momento de trabajar con el tema de las expectativas de perfección el resultado a tener es que te aceptas a ti y aceptas a la persona con la que compartes un tipo de relación interpersonal, se dejan a un lado las culpas, los juicios y las creencias de que se puede tener algo basado comúnmente en una expectativa social sobre lo ideal.

No hace falta ser perfecto (entendiendo la perfección a la manera social enseñada), hace falta la aceptación y que esa misma aceptación (de todo) pueda tener el adjetivo de perfecto. Aquí entra el respeto, una clave de las relaciones sanas. Me acepto y te acepto como eres y reconozco la posibilidad de que algo no me guste, pero, así como acepto esa posibilidad también acepto que todo se puede trabajar (desde el respeto) porque al ser seres humanos constantemente nos transformamos, no hacia la perfección, sino hacia el crecimiento, individual y mutuo.

 

El equilibrio entre nuestra individualidad y nuestra unión

El amor romántico ha creado el gran mito de la media naranja, de que todo debe ser compartido, todo debe moverse en torno a un ‘nosotros’, a que lo tuyo es mío y lo mío es tuyo, incluso la idea de reciprocidad en ocasiones se distorsiona creyendo que las dos partes son tan iguales que deben dar y recibir lo mismo, incluso sentir lo mismo y que si uno no lo expresa “adecuadamente” no tiene nada que ver con su carácter sino con que no ama paralelamente.

Empecemos por aceptar que el amor existente en cada relación interpersonal esta compuesta por dos individualidades, no por una sola creada a partir de dos mitades. Yo soy yo y tú eres tú y nos unimos porque también nos gusta ser nosotros sin la negación propia de que cada uno es alguien dispuesto a compartirse y a seguir siendo él en compañía.

 

Disposición a dar lo que tenemos y no lo que nos sobra

No nos sobra mucho amor para dar, más bien tenemos mucho amor para dar. Diferencias léxicas que lo cambian todo.

En el punto anterior implícitamente mencioné que las dos personas dentro de la relación pueden expresar el amor de acuerdo con la persona individual que son. No se mide el amor, tampoco se trata de una lucha en donde se determina que uno da más que el otro. Damos lo que somos sin la perdida de lo que somos.

Sabes lo que la persona da porque estamos en una unión en la que aceptamos conocernos y respetar a ese ser siendo. Si una persona no es expresiva de la misma forma en que lo es la otra persona, no es malo. Incongruentemente, midamos por un momento, ‘x’ puede ser el más expresivo, entonces a su manera da 100% (desde cierta mirada), en cambio ‘y’ tiene un carácter reservado y a la mirada de los otros da 50%, pero en su mirada propia y de la persona que la conoce, ‘y’ igual está dando su 100%. Aquí lo que tenemos es el conocimiento, la aceptación y el respeto de la individualidad en la unión.

Ambos a su manera dan lo que tienen. Centrémonos en eso en nuestras relaciones, en el conocimiento, en la aceptación, en la comunicación y en el respeto de mi acompañante.

Cuando no se da lo que se tiene sino lo que sobra, reconozcamos que la relación está en un momento enfermo, es decir, en su momento de posibilidad de recuperación. El consejo más sabido para que una relación sea sana se basa en la comunicación, se ha hablado mucho de ella que parece muy simple (debería serlo), no obstante, requiere tiempo.No apresures o presiones la comunicación, eventual y naturalmente llegamos a ella y nos construimos desde allí.

No quiero extenderme más, en búsqueda de esas relaciones sanas hay más voces allá fuera que tienen más que decir de lo que aquí yo te hablo.

Pero antes de que te vayas quiero decirte que también es sano cuando reconoces que la enfermedad no se va, puedes aceptarla y te quedas reconociendo que no opacará lo sano que ya han construido, o por el contrario, reconoces que no es simplemente una enfermedad, que los tratamientos no funcionaron y que posiblemente nunca fue una enfermedad.

Siempre fue el otro adjetivo.

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